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¿TENGO ESPERANZA O DISPONGO MI REALIDAD?

Si damos por cierto que la esperanza humana es entendida como la confianza en que ocurrirán hechos en el futuro por los cuales ese futuro esperable, soñado o imaginado, se hará realidad, tenemos entonces que la esperanza no es dinámica, sino estática pues espera la ocurrencia de hechos, no los genera. Tener esperanza es “esperar” que ocurran las cosas. Claro que esa espera se hará con confianza, es decir: seguros de que ocurrirán, pero aún así nos mantendremos “en espera”. Durante el tiempo que tengamos esperanza estaremos ilusionados, expectantes y motivados para seguir con vida y sólo nos quedará ver el momento en que se hacen realidad aquellos hechos que confiamos se consumarán. Pero ¿quién se encarga de hacer realidad la ocurrencia de esos hechos que estamos confiados ocurrirán? Si lo analizamos desde la fe, cualquiera sea ésta, tendremos certeza respecto a que aquella esencia de nuestra fe se encargará de desarrollar eventos destinados a la ocurrencia de los hechos qu

LA FE DEL HOMBRE

El hombre en tanto individuo posee dos formas básicas de fe, una irracional y otra racional las que, en definitiva conforman una sola. La obtiene, en primer lugar, de sí mismo, del animal que expresa su esencia. Ha sido creado porque se cumplieron los hechos que así lo determinaron, cada uno de ellos y todos. Será mantenido con vida porque su creación se debió a lo mismo que lo llevará a ser, de lo contrario no habrá tenido sentido su creación. Si fue gestado es porque sucedieron hechos que determinaron que ello ocurriera y si así se hicieron entonces seguirán produciéndose esos mismos u otros hechos para mantenerlo con vida. A cada momento de su existencia le precede otro momento en el que se mantuvo con vida por obra de algo extrínseco. Es la fe del animal que se construye con su propia existencia previa. Es ingénita, inmanente, irracional, natural y propia. Esta forma de fe pasa de una etapa irracional a la racional, manteniendo como fuente o justificación de sí misma a la

DISPOSICIÓN Y ACCIÓN. VIVIR.

Retomando las ideas vemos que si el individuo tiene fe en sí mismo puede encontrar la esperanza en su propio ser, en su esencia, lo cual ocurre en tanto tenga vida o, mejor, en tanto mantenga la predisposición a mantenerse con vida, ya que su esencia sólo existe si existe su vida. No hay así posibilidad de tener esperanza si no se manifiesta la predisposición a la vida. Quien no tenga fe en sí mismo se ha quedado sin esencia. Está muerto. Si ese mismo hombre, además de tener fe en su esencia, tiene fe en las circunstancias que permitieron y permiten su esencia, encontrará la esperanza si se mantiene la ocurrencia de dichas circunstancias, lo que ocurre sólo si él desempeña la función que las mismas circunstancias le asignan. No hay posibilidad entonces de que tenga esperanza si no cumple con lo que su posición en la ocurrencia de las circunstancias le impone. Vemos hasta aquí que el hombre con fe en su esencia y en las circunstancias que permitieron su existencia tendrá la pos

ARGENTINA ¿HAY ESPERANZA?

Hemos perdido la esperanza. Analicemos por qué. Poseemos fe en nuestra esencia, en nosotros mismos, a veces desmesuradamente, tanto que es considerado nuestro defecto por las personas que nos analizan objetivamente. Nos creemos más de lo que somos. Nos excedemos en la fe que en nosotros debemos tener. También poseemos fe en las circunstancias que hacen posible nuestra existencia. Consideramos casi unánimemente que estamos favorecidos por la naturaleza y que siempre las circunstancias nos son propicias, no obstante nos sabemos destructores de esas circunstancias o dilapidadores de las mismas. Creo, personalmente, que subdesarrollamos los actos que nos permiten aprovechar nuestras circunstancias. Dejo fuera de la discusión la fe en nuestras “madres”, estando seguro que la tenemos, aún a pesar de nuestros propios actos que en ocasiones demuestran lo contrario. No consideramos que el grupo en el cual convivimos sea nuestra Nación, es decir, no tenemos fe en el macrogrupo.

DE COMO VIVIR SIN DEMOCRACIA

No me atrevo a afirmar que en la República Argentina se haya aplicado la democracia en algún período de su historia, aún en los años en que hubo presidentes y congresistas elegidos por el voto popular. Se reclama por una gran parte de nuestro pueblo la institucionalización del país, el apego a las leyes y la constitución de elementales procesos de convivencia, sin embargo el germen de la falta de respeto a las instituciones, el de la ilegalidad y el de la falta de procesos de convivencia civilizados, está en cada uno de nosotros. Nadie es el responsable directo de ello y todos lo somos. Cada uno de nosotros. Si esta Nación está en crisis es porque sus diferentes y particulares individuos estamos en crisis. Las diferentes crisis que padecemos son de valores, de política o representación, económica y de identidad u origen.

1) ¿CRISIS DE VALORES?

De ser así, ¿de todos los valores o sólo de algunos? Si es de algunos, ¿cuáles? ¿Será porque todos tenemos los mismos valores y éstos no son los adecuados para desarrollarnos? ¿Será porque todos los tenemos distintos? ¿Será porque algunos tenemos valores y otros no? Es de relevancia para este análisis la lectura de la obra “Encuesta de cultura constitucional. Argentina: Una sociedad Anómica”, que puede ser bajado libremente desde el sitio “http://www.idea.int/publications/ausa/index.cfm”, perteneciente a IDEA (Institute for Democracy and Electoral Assistance), en cuyo contenido está volcado el trabajo desarrollado por Antonio María Hernández, Daniel Zovatto y Manuel Mora y Araujo, basados en un trabajo similar desarrollado para México por la Universidad Autónoma de México. No sería posible de mi parte desarrollar aquí de manera más o menos inteligente lo expuesto allí, ni me acercaría en forma cabal a dar una interpretación reducida de lo que en dicho trabajo se ha revelado co

2) ¿CRISIS POLÍTICA O DE REPRESENTACIÓN?

En realidad, ¿nos sentimos representados? ¿Esta forma de democracia es la que puede servirnos como sistema de convivencia o será que ya nos está haciendo falta crear e idear un nuevo sistema, o, como mínimo, reformular la democracia? Consideramos que hay democracia cuando se garantiza el bienestar de la gente, con trabajo, salud y educación. El voto y la libertad de opinión son secundarios [4], pero no desechables. En la obra “Encuesta de cultura constitucional. Argentina: Una sociedad Anómica” [5], se señala más claramente de lo que yo pudiese hacerlo, lo siguiente: “ En resumen, un orden social e institucional donde la ley no se cumple, no es respetada por los ciudadanos ni por los dirigentes, y donde el Estado no impone ni garantiza su cumplimiento, es la visión que la mayoría de los argentinos tenemos de nuestra propia sociedad. Esa percepción se extiende al ámbito de la Constitución nacional y se correlaciona con la baja confianza en las instituciones del Estado. Es el cuadr